Todos decimos querer amar y ser amados, sin embargo, ¿Cuántos aquí están disponibles emocionalmente para dar y recibir amor? ¿Cuántos aquí no se distraen “buscando” el amor en cosas y personas en vez de quitar las barreras mentales y emocionales que le impiden apreciarlo?
Cuando pasamos de un estado de dependencia a un estado de autonomía, cuando dejamos de necesitar de otros para sobrevivir y empezamos a hacernos cargo de quién queremos ser, es preciso hacernos las siguientes preguntas: ¿En qué punto de la línea de la vida estoy?, ¿qué necesito soltar y/o qué necesito desarrollar para avanzar?. Estos son interrogantes que, si bien nos cuesta respondernos, al hacérnoslos estamos dando el primer paso para salir del bloqueo mental y el estancamiento emocional en el que muchos nos adentramos para no actuar.
Desde mi experiencia personal y profesional me he dado cuenta que «no podemos sanar lo que nos negamos a ver” y esto implica conocer cómo estoy, cómo me siento y cómo me estoy haciendo en éste momento de mi vida para sentir que hacer, no que” debo” o “tengo” por miedo al qué dirán ¿Cuál es el beneficio de renunciar a nosotros mismos para agradar a quienes también hacen lo mismo?
Así como el orden mitiga el miedo a la hora de empezar a ejecutar un plan, así mismo el entendimiento mitiga la ansiedad a la hora de actuar. Conocernos y entender cómo funcionamos es el principio de pertenecerNOS, de saber que contamos con nosotros, con nuestros sentimientos, con nuestros pensamientos y con nuestra propia voz a la hora de actuar y apreciar lo que hacemos para amar lo que somos.
No se trata de cambiar las situaciones que vivimos, se trata de cambiar nuestra experiencia en esas situaciones sanando la percepción que tenemos de nosotros mismos.