El mundo que veo es la expresión de mi lucha elaborada de huir de mi misma, ¿Qué oculto detrás del contraste de mi propia vos? ¿Cuál es el beneficio de renunciar a mi misma para agradar a otros que también hacen lo mismo?
La gran mente, de la que todos somos parte, es como un gran escenario, un espacio abierto donde se llevan a cabo los encuentros y los desencuentros, donde los pensamientos bailan su baile, donde surgen las preguntas, donde se presentan las teorías, donde se observa el arte, donde se escuchan las canciones que componemos, un sorprendente baúl de tesoros en donde la mente no es sinónimo del “yo”, el “yo” es solo un actor en el escenario, no existe aparte de la mente, pero la mente existe a parte de la personalidad , aparte del yo que «yo» cree para jugar en ella.
¿Puedes sentirlo? ¿Puedes recordarlo? o ¿las etiquetas que creaste para relacionarte con tus aparentes partes separadas empañan tu visión, empañan el recuerdo de que no eres un yo, de que eres un nosotros, una unidad en la diversidad?
¿Soy las formas que utilizo para comunicarme o soy la conciencia que se expresa a través de esas formas? A veces me confundo, a veces me pierdo entre tantas maneras, entre tantos símbolos… Es tan real!!, parece real, parece como si de verdad fuera lo que veo y no lo que siento, tal vez se trata de tener más fe en lo que no se ve y dejar que el mundo de la forma siga la ruta del cambio, para que el ser que yace invulnerable dentro de mí me recuerde, con cada latido, que lo que veo es solo un recuerdo de lo que nunca fui.